lunes, 6 de marzo de 2017

El dilema de la lucha por la tierra

El dilema de la lucha por la tierra


¿Acaso de verdad se vive en la tierra? 
No para siempre en la tierra: solo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
Aunque sea oro se rompe, 
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Nezahualcóyotl.


La lucha de los pueblos originarios, cuenta con siglos de existencia. Cada paso que México ha dado en su desarrollo, lo viene realizando haciendo girones los derechos sobre la tierra que poseen las comunidades. Primero se les arrojó de las riberas de los ríos, de los lagos, Valles y lagunas. Y cuando se atrevieron a oponerse, fueron prácticamente exterminados, y, los sobrevivientes; arrojados a las montañas, para sobrevivir comiendo alimañas, raíces e insectos. Los que menos suerte corrieron de estos sobrevivientes, se volvieron fuerza de trabajo en las haciendas, minas y diversas factorías; hasta lentamente morir de desesperanza e inanición.

Efectivamente; los pueblos originarios, son los comensales que nunca fueron invitados al gran festín. Pero aún así, ahí están, en la acera del destino, esperando el momento oportuno de hacer valer su fuerza y tenacidad.ellos, mientras otros dormían la siesta que produce atragantarse con las riquezas de la madre tierra; siguieron picando piedra, persistieron ante lo aparentemente inevitable.

Ejemplo de estas grandes batallas por mantener o recuperar lo suyo, hoy subsisten en la memoria y el recuerdo colectivo.¿como olvidar la gesta del jefe Cajeme y los pueblos Del Valle del Yaqui?
Es cierto, el sistema obligó a los olvidados a deambular por el mundo en andrajos. Pero aún, con el puñal clavado en el pecho; lograron volver a levantarse y seguir lanzando su grito de rebeldía. Jamás fueron inmovilizados y aunque siempre han sido colocados a la cola del tren de desarrollo. Hoy, a pesar de todo, claman por ser actores de primer orden en la nueva realidad social, política y económica.

No bastó con lanzarlos a las montañas, para que ahí perecieran de inanición. No sucumbieron y trascendieron en la historia, con sus tradiciones, historia, moral y amor a la tierra. Sin embargo, como vil maldición. Las selvas y montañas más apartadas y aparentemente inhóspitas; han tenido el descaro de poseer en sus entrañas, millones y millones de materiales hoy tan necesarios para la industria moderna y para sostener el desarrollo y movimiento, del tren de vida de la sociedad de consumo occidental. Luego entonces; los pueblos originarios sobrevivientes de la tragedia histórica; vuelven a convertirse en extraños en su propia tierra, en forasteros de la vida y estorbos del desarrollo.
Y es ahí, cuando las banderas de lucha aparecen por doquier, ondeando con mayor ahínco y experiencia. Contra las mineras canadienses que arrasan el suelo sagrado de los pueblos olvidados. Contra los emporios refresqueros que arrebatan el agua, recurso no renovable y causa de las guerras del futuro. Contra las transnacionales de la producción de alimentos, que arrebatan el derecho a sembrar las semillas originarias e imponen productos transgénicos que asolan el entorno ecológico.
Son solo algunos ejemplos de la causa por la que brotan rebeliones. Del motivo que surjan procesos organizativos. Sin embargo; cada brote, cada proceso; es necesario que al fin trascienda el mero ámbito regional, local o provincial. Que rompan el esquema tradicional, el modelo de asociación consanguíneo, religioso y patrimonial. Para que se vuelquen en un movimiento revolucionario de alcance nacional que agrupe los distintos sectores y clases sociales explotadas. Dejar la rebeldía, para insertarse en el proceso revolucionario. Encaminar la acción de denuncia y protesta; para generar un proyecto que cambie el orden de las cosas imperante. Dejar los tiempos cíclicos o coyunturales, para trazar la senda de una mejor sociedad, donde nos liberemos de las trabas del viejo régimen, tal como lo expresaba Carlos Marx.

El pensamiento que expone José Mújica, es bueno, es alentador, pero no basta y hasta puede lucir ingenuo. Muchas cosas que él plantea, son válidas, si somos clasemedieros o vivimos en un medio moderno. Pero no aplica en la realidad del paria o el olvidado. Vale más, la visión de Fidel Castro; que propone que la revolución, es una fuerza más poderosa que la naturaleza.

En síntesis, los pueblos olvidados de México, deben proponerse construir el proyecto depositarios de las esperanzas y aspiraciones de las masas oprimidas. Para así, trascender a lo realmente histórico y tangible, que rompa las barreras que nosotros mismos  nos hemos impuesto y que impiden proyectar la presencia de nuestra gente, hacia el presente y futuro.

Ese es el gran desafío actual, esa es la gran tarea que nos depara y nos exige el momento actual. Si es que tenemos un mínimo de conciencia de la necesidad de luchar.

Leonel Manzano sosa
Preso político
Puente Grande, Jalisco. A 25 de enero de dos mil diecisiete.

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