ES PRECISO BUSCAR LA JUSTICIA
Asciendo como anciano la escarpada cuesta,
esculpo el rostro en las vayas del camino;
comienzo en un futuro a disipar,
los cargos de conciencia
y; voy a descender por la pendiente de los años.
Sigo las huellas de mi guía,
en menos cabo del alto juicio divino,
risueño y feliz sobre cumbre de este monte.
Murió la flor de lis y su mérito en corola;
veo engüir el amargo manjar,
cabalgo a lomo de animal de piel alisada
como antorcha encendida.
Voy vagando a regiones circunvecinas;
¡ que la divina providencia;
proteja a sus mejores vástagos!
se hace patente restaurar la vida natural
corrompida de pecado artificial.
Suplir la injusticia divina, por justicia popular
en juicios del barrio, desembocando en río rebelde;
con tres virtudes pendiendo del luminoso firmamento.
En torno del castillo de pureza hay un rellano
construido al fragor de la roca envilecida
¡que no me arredren sus tentáculos al mostrar mi gran fervor!.
Las odas y los valses; devienen en ruinas y cenizas
imposible lucir la reverencia por medio de las palmas;
perdí, o tal vez nunca adquirí
la facultad de ver la burbuja de lloriqueo de la doncella.
Remo y remo la desvencijada barca;
de barro estoy hecho como hombre pusilánime,
veo correr el agua con desdén y gesto fiero,
siento reticencia y una idea pecaminosa;
de traer conmigo a multitud de descendientes.
Viajo en premura de marcha furtiva,
siempre acompañado de un séquito de futuros mediadores.
Ser pródigo lleva a los excesos,
ser cauto deshace los nudos de las deudas;
despoja en los anillos las piedras de valor.
En mi rostro, se lee el salto del agua al extremo;
facciones absorbidas, demacradas.
La lepra árida al decorar mi piel;
obliga a beber el dulce ajenjo del placer,
con la boca abierta, aullando a la par el desconsuelo.
Labios que se abren, sólo para contrarrestar la insidia;
y eso, altera el semblante.
Deberé embalsamar el viento y brisa; cual convite nupcial.
Bien se sabe; que a la sociedad la estimula
el aguijón de la necesidad;
ante ello, debemos de plegar las alas;
truncar el deseo de abandonar el nido,
y sentir que la sangre se absorbe en las sedientas venas.
Las linfas a la orilla del riachuelo,
ocultas en perpetuas sombras, en camino esmaltado
bailando con dulce armonía,
donde el orgullo humano es propiedad privada;
esparcen polvos, para con su luz disipar las nubes,
para detener el impetuoso entendimiento.
Claro está; que es preciso responder
y encontrar soluciones con presteza.
La honesta risa, debe ser dulce pasatiempo;
la bóveda grisácea perturba el aire puro;
la enfundia de las ideas, a veces pierde su caudal.
Es bien sabido; que la primavera es el verdadero néctar
y el verano, donde los frutos son eternos.
¿entonces?; hay que impregnar de consignas los hemisferios
vocearlas en carro triunfal arrastrado por unicornios.
Así; podremos contemplar las primicias el saber
contemplar con ardor las vívidas musas
y curar sus heridas causadas por las cosas falaces del mundo.
La ortiga del arrepentimiento punza las sienes,
el estupor elevó la jerarquía mental, materia del raciocinio.
Hay deseos convertidos en objetivos,
que hacen rotar los limpios cielos
y en ellos; el águila mira al sol con gran fijeza.
Quiero ser; multitud de barcazas,
en pos de distintos cuerpos;
hierro que centellea en torno tuyo;
maleza brotando de tierno capullo.
Un temblor, es suspiro del corazón terrestre
y vuelve compacto el camino esmaltado;
el hip hop y el ska;
son novedad del sonido ante las falsas ideas.
La forma, no necesariamente es armonía del arte;
porque la materia inerte, es sorda y no contesta;
se sirve de virtudes activas y contemplativas,
ciencia del Trivio y del Quadrivio.
Y cuando el diente del corsario muerda la conciencia,
al símbolo colectivo, al errante peregrino;
debemos buscar el regocijo, hacer a un lado la felonía
y el arrepentimiento.
La sumisión es bajar el vuelo y rozar la tierra con las alas;
hay cosas que causan mayor deleite antes que tedio,
hay que enervarse en los placeres de la carne;
hay frases que deben de ser claras y ostensibles.
El mal gobierno rebela a los pueblos sumisos;
ingenuamente piensa, que las ovejas vagabundas;
exhaustas de leche vuelven al redil.
La semilla del amor , debe esparcirse por distintos prados;
las plantas al calor del sol y escasas de agua,
se desgajan o marchitan;
y luego surge el otoño anticipado,
nadie vive la pobreza en una estera.
Voy soñando con el embate de las olas,
afanando por amor hacia el verdadero maná;
cual zarzar cubierto de rosas en su cima.
sin embargo; la codicia se manifiesta en la voluntad inicua
y la llama del carbón, se aviva al soplo del viento;
la cizaña debe ser llevada al granero
porque no con revertirse de plumas, se logra emprender el vuelo.
La cruz; símbolo de martirio y de victoria
es faja luminosa, luz detrás del alabastro,
dardo previsto que hiere con menos fuerza.
Debo atemperar lo amargo con lo dulce,
lo corriente con lo fino;
dejar que se rasque el que tenga sarna
o; el que tenga cuches que los amarre
y el que no; pues que no los amarre.
Me van convirtiendo,
en corderillo enemigo de los lobos que le hacen la guerra;
con una beatitud, que se funda en ver y no en amar.
Atisbo el quicio de la antigua puerta
y el gozne y bisagras de era moderna;
el estridor de la futura batalla
pretende devenir en oprobia circuncisión,
cual falsa forma o acto para obtener la virtud.
Es preciso buscar la justicia que aplaque las iras
y en deleite contemple en absorto la fluidez del sembradío;
¿qué formas o figuras fantasmagóricas adquirirían las penas?
¿y la herética malicia,
naciendo en crisálida figura corpórea de pistilo?
La malsana intención hoy debe aplacarse,
no debe tornarse irrisoria, ni brotar su alada repugnancia.
De un deseo nace la duda al pie de la verdad;
hay verdades clara, hay verdades oscura.
¡Yá descansa la fiera en su cubil!
Al menos eso es lo que debería de creer;
mis ojos, en lugar de lagrimas; emiten destellos amorosos.
Para que la voluntad se decida a elegir entre dos cosas,
es preciso prepondere una de ellas;
en contrario, la voluntad queda indecisa
Y el fardo se lleva a cuestas en la espalda;
no ser como la pluma en el viento,
como bolsa de nylon; que en cualquier matorral se atora.
Ni creer que cualquier agua ha de lavarte,
la mudanza o silencio del semblante.
Tendré que ser ávido de espíritu
y actuar seguro y ordenado;
anidar en mi propia fe, de densos vapores;
evitar arrojarme neciamente al precipicio.
Bien lo sé; que la risa,
es el resplandor del deleite del alma
surgida de la industria de la elocuencia.
Voy; rumbo al remoto destino,
partiendo al confín del aire.
Mis descarnados huesos, expuestos van;
siento el aguijón de la avispa
acicateando la corteza de mi espalda.
Y en los confines de la atmósfera,
cual nave en borrasca; recibo satisfecho
la pluma ofrecida por el águila
y la órbita en tributo del espacio.
Paz y fuerza; poder sin violencia.
Adán; es nombre del lamento de los justos;
Ulises, de los procaces insultos.
Amor, dulce licor que jamás me ha dejado harto.
Quiero ser; el cantar de los cantares,
ese que canta al viento
como níveo resplandor; de la voz del ruiseñor.
Leonel Manzano Sosa